Todos los cristianos somos sacerdotes: por el bautismo participamos del sacerdocio de Jesucristo.
Debemos ser sacramentos vivos de Jesucristo sacerdote, para que quien nos vea o nos escuche, lo vea y lo escuche a él (cf. Lc 10,16). Nuestra misión es colaborar con Jesucristo, para que su salvación llegue «hasta los confines de la tierra» (Hch 1,8). Plus