La realidad se exige hasta límites insospechados. Es irreal. Las octavas maravillas no paran de nacer y tienen formas espantosas y devastadoras. Es tiempo de agotar temporalidades: ahí puede que sirva de algo la literatura. Supongamos que las letras son cuerpos. Podemos pensar, entonces, que se pueden imaginar arquitecturas que rompan poses, sentidos, perspectivas, imágenes. Еще